Míriam Iscla:“ hacer una apuesta por la lucha colectiva, lo único que nos puede ayudar a sacar un poco la nariz”

Por: Antonia Utrera.-

(Pineda de Mar, 1966). Abandonó la carrera de medicina para dedicarse de pleno al teatro. Co-fundó la compañía T de Teatro, de la cual fue miembro durante diecisiete años y con la cual logró éxitos teatrales con «Hombres, Criaturas y Pequeños cuentos misóginos» y también con la comedia de situación «Jet Lag». En 2008, después de dejar la compañía empezó a trabajar como freelance participando en diferentes proyectos en el Teatre Nacional de Catalunya (TNC). Ha trabajado también en el Teatre Llliure bajo las órdenes de Lluís Pasqual y ha formado parte de varios montajes privados de la escena catalana.
En la televisión ha trabajado en diferentes series, además de interpretar el personaje de Diana durante seis temporadas en «Jet Lag». Aparte de trabajar como actriz en esta serie, fue coordinadora de guion, guionista y también dirigió diez capítulos. En 2012 rodó la mini-serie Olor de colonia, una producción de Diagonal TV y Televisión de Cataluña, basada en la novel·la homónima de Sílvia Alcántara.
En 2022 recibió el premio Margarita Xirgu por «Crimen y castigo» y «Las buenas intenciones».
También ha formado parte del grupo de escritoras Hermanas Quintana, con las cuales colaboró escribiendo un cuento de los libros que publicaban en Editorial Columna.
Nos cita en el barrio de Gracia, en el emblemático Bar Virreina de la plaza Virreina en Barcelona. Desde el primer momento siento que será fácil hablar con ella. Me encuentro con una mujer muy cercana, un espíritu sensible y firme a la vez, que amablemente comparte con todos nosotros su pensar y su sentir. Y conversamos también sobre su último trabajo, Fitzroy, en el teatro Borrás, que ya es todo un éxito.

«Fitzroy», cuatro escaladoras en una situación límite, una montaña en la Patagonia de 2800 metros de altitud.
No es que sea una montaña tan alta, lo que pasa es que este último tramo, estos novecientos metros, son de granito puro y es una pared muy vertical y acostumbra a haber muy mal tiempo, con lo cual es muy peligroso este último tramo. Y en la obra nosotras estamos en un lugar que está a dos mil doscientos metros que se llama la «Silla de los Francesas», que es como una pequeña salida de la piedra donde la gente se espera allí a tener un poco de buen tiempo para poder hacer la escalada real, la parte última que es la más complicada.

Entrevista a Míriam Iscla. Revista Acelobert Barcelona

Estaréis en el teatro Borrás durante tres meses.
Sí, hasta el 23 de abril. Es comedia, tiene momentos de emoción pero sí, hay un punto de comedia siempre de trasfondo, pero todo es como muy de verdad, o sea, no es que hacemos una comedia sino que por los temas que se tocan y por la manera que se tocan hay mucha energía que hace que en algún momento todo estalle, en un hecho tan importante como es hacer la última cumbre. A pesar de que hay una voluntad como equipo, hay cosas que hacen que en algún momento tambalee todo.

Es cuando sale lo mejor y lo peor de cada uno…
La función habla un poco de esto, de lo colectivo y la individualidad. La importancia de un equipo para conseguir hitos. Durante una hora y media estamos en tiempo real de espera, el tiempo de la función es lo que dura todo lo que pasa allá. Tiene muchos alicientes divertidos e interesantes…

Jordi Galceran, el autor de la obra, ya nos tiene acostumbrados a estos giros de repente, que no te esperas… Y Sergi Belbel, dirigiendo el espectáculo.

Sí, estos dos se entienden muy bien. Son un tandem. Sergi dirige muy bien, es un gran jugador, y te hace jugar arriba del escenario. Y esto es muy divertido.

De hecho, tú ya has trabajado con él anteriormente.
Trabajé con él cuando estaba en T de Teatro, también cuando él estaba en el Nacional, he trabajado con él en la Beckett… He hecho cosas todas ellas muy diferentes. Es un gran amigo y un gran mentor además.

Cuatro escaladoras, tú, Sílvia Bel, Sara Espígul y Natalia Sánchez, cuatro mujeres luchadoras… Rendirse o luchar?
Luchar, claro.. Sí, sí!. Como dice una amiga mía, cuando llegas abajo, no hay nada, o sea que tú da un golpe de pie y sube. Y encuentro que es una muy buena imagen…Abajo lo único que hay es tierra, entonces, aprieta el pie y vuelve a subir. Creo que esta es una buena filosofía de vida.

Y más en estos momentos de crisis, de situación límite que vivimos ahora, a nivel personal, social, a nivel mundial…
Absolutamente, de desastre monumental. La obra es una apuesta por la lucha colectiva, las luchas individuales son una batalla que nos han ganado los mandatarios y poderosos de todo el mundo, que siempre apuestan por el individuo, porque el individuo solo no puede hacer nada. Y las colectividades sí, y por tanto está bien hacer una apuesta por la lucha colectiva. Yo pienso que es lo único que nos puede ayudar a sacar un poco la nariz, porque estamos en una situación muy fea y difícil de ver una salida, a nivel político, a nivel social, económico… pienso que tenemos un momento muy difícil.

Entrevista a Míriam Iscla. Revista Acelobert Barcelona

En los momentos límites es donde sale lo peor, pero también las mejores respuestas.
Sí, y además en la función también pasa, en una situación límite salen cosas, lo mejor y lo peor. Esta sensación de «quiero conseguir esto de manera individual ó lo tenemos que conseguir juntas?» con una pátina de comedia, pero salen también estos temas.

El teatro sirve también para reflexionar.
Sí, sirve para muchas cosas… para pensar, para distraerse, para reir, para llorar, sirve para hablar, para reflexionar ideas, para compartirlas, para todo. Es un bien necesario.

A ver si nos escuchan los de arriba.
Todavía navegamos. Que la cultura es necesaria todavía no está interiorizado a nivel de altas esferas, quizás porque no interesa.

El teatro nos ha acompañado a lo largo de la historia.
Desde los siglos de los siglos la gente se reunía alrededor del fuego para explicarse historias. Y ahora lo hacemos en una platea, pero es lo mismo, es explicarte una historia. Cuando tú acompañas a la cama a tus criaturas y les explicas un cuento, les desarrollas un mundo interior, una imaginación… todo esto es necesario, es un crecimiento. Y, por lo tanto, este cuento que explicas a los pequeños, es lo que en el teatro explicas a los adultos y haces que por un momento viajen y después si es el caso, reflexionen y se cuestionen.

Y todo esto compartiendo con otros.
Si, son lugares colectivos, lugares grupales. Es muy chulo viajar en grupo, para los que lo hacemos y para los que lo viven. El teatro no tiene sentido sin la última pieza que es el espectador. Y los que estamos arriba del escenario nos alimentamos constantemente de lo que está pasando en la platea.

Por eso cada día es diferente aunque la obra sea la misma.
Sí, nosotros no podemos estar igual cada dia, no podemos hacerlo igual, las personas no estamos igual cada día.

Y el público tampoco, cada día es diferente.
Es que es único cada noche.

La creatividad con mayúsculas.
Una experiencia única. Además hay una cosa que a mí me gusta mucho, y es que el teatro es como un pacto, ¡eso sí que es un pacto social!. Hay una gente que sale de su casa, se va a un lugar, compra una entrada, se sienta en un lugar grupal, hay un lugar que se decide que es un escenario, donde sale una gente que hace ver que es otro, y los de abajo pactan que creen que estos son otros. O sea, es un pacto constante, es mágico realmente, es un juego, los de abajo juegan a creer que es verdad y los de arriba jugamos a hacer creer que aquello es verdad. Pactamos y jugamos, y esto es mucho chulo.

Está claro que has nacido por este oficio, pero empezaste estudiando medicina.
Sí, pero yo hacia teatro amateur desde muy pequeña. Estudiaba medicina y los fines de semana hacía bolos. Y al final dije, necesito probar si esto que me hace tan feliz, quiero hacerlo o no…

Y desde qué edad hacías teatro?
Desde los trece, en el grupo de teatro de mi pueblo, en Pineda de Mar. Además mi padre abrió una escuela de teatro y yo fui su primera alumna… si, mi padre y mi madre hacían teatro amateur cuando eran jóvenes. Entré en el Instituto del Teatro y cuando estaba en tercero de medicina me decidí…

El teatro también sana…
Y cuando salí del Instituto del Teatro fundamos T de Teatro. Estuve diecisiete años, hasta el 2008. Ellas todavía siguen. Necesitaba tener otras experiencias, con otras personas y no me puedo quejar. Es más duro ser free-lance, pero también el abanico es más grande.

Este 2022 ha sido un año de reconociendo para ti, has recibido el premio Margarita Xirgu…
No he tenido premios a lo largo de mi trayectoria. Tampoco es mi objetivo vital. Yo creo que los premios en general son una manera de hablar del oficio para los que nos dedicamos, un altavoz para que se hable del teatro en general. Y realmente el premio Margarita Xirgu de este 2022 fue para mí muy bonito, no sabía ni que estaba nominada. Para mí este premio es más un reconocimiento a mi carrera o a mi trayectoria. Y lo más bonito es que es un premio con nombre femenino para las mujeres que escriben la historia del teatro catalán, y por tanto cuarenta y ocho años de mujeres que han sido premiadas, las mujeres que han ido haciendo este camino del teatro catalán.

Aparte de actuar también has dirigido.
Dirigí algunos capítulos de «Jet Lag» y es verdad que estoy siempre buscando qué dirigir, pero tengo que encontrar la pieza. Es uno de los objetivos. Me gusta ser actriz y me gustaría también estar como directora. Algo que yo sienta que necesito explicar.

Vives en el barrio de Gracia.
Sí, ya hace más de veinte años que vivo aquí, me gusta mucho.

Y haces vida de barrio? Sabes que la Acelobert es una revista de proximidad que se distribuye por los diferentes barrios de la ciudad.
Sí, me gusta mucho. Y además es tan necesario. Yo soy de pueblo, y me gusta, ir a la tienda, los buenos días al vecino… intentas hacer vida de barrio. Somos animalitos que necesitamos seguridad y pienso que el colectivo nos la da. Lo necesitamos. Y tenemos que entender que se tiene que ir al comercio local y que no podemos permitir que nos tomen la ciudad. Necesitamos alquileres dignos, que la gente joven no tenga que marchar de su barrio. Y necesitamos el tejido vecinal.

Muchas gracias, Míriam. Nos vemos en el Teatro Borràs! Y ¡mucha mierda!

Antonia Utrera

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“La obra es una apuesta por la lucha col•lectiva, las luchas individuales son una batalla que nos han ganado los mandatarios y poderosos de todo el mundo”
“el teatro es como un pacto, eso sí que es un pacto social”
“tenemos que entender que se tiene que ir al comercio local y que no podemos permitir que se nos tomen la ciudad”