Entrevista a Lloll Bertran

Lloll Bertran: “El amor de verdad es cuando amas a la otra persona tal como es”

Por: Maria Jesús Mirón.-

Maria Dolors Bertran i Díaz (Igualada, 26 de agosto de 1957), es una actriz, cantante y show-woman, más conocida por todos como Lloll Bertran. Lleva toda una vida dedicada al mundo del espectacle, una profesión que le apasiona y le hace feliz. Actualmente, y hasta el 16 de diciembre, la podemos ver en el Teatro Borrás de Barcelona, donde protagoniza, junto con Àlex Casanovas, “Cartas de Amor”, una comedia romántica, divertida y emotiva, dirigida por Marc Rosich y Jordi Andújar.

¿Qué podemos ver en “Cartas de Amor”?
Es una delicia, y me hace gracia como la definen, porque es muy acertado: dicen que es un clásico moderno. Es una obra que habla de las emociones de la vida, las ilusiones, las esperanzas, los disgustos, los sentimientos… en definitiva, de la vida. Y esto siempre será eterno. Es la historia de una pareja (Melisa Gardner y Andrew Ladd III), desde que son niños hasta que se hacen mayores, que se relacionan a través de las cartas, notas, postales… y viven un amor extraordinario. Cuando son más pequeños está la atracción más sensual, erótica y sexual, y cuando van creciendo, es una amistad y un cariño de grandes amores.

Todo un clásico que se representa en los teatros de todo el mundo.
Es una obra muy potente, que la han querido hacer muchos grandes actores. Robert Redford y su mujer, Joanne Woodward; Alain Delon y Anouk Aimé; Sarah Jessica Parker i Matthew Roderick…

¿Cómo son los personajes de Melisa y Andrew?
Son personajes muy interesantes de hacer, porque tienen muchas caras. Yo siempre digo que me gustan muchos los personajes llenos, no planos. No son estereotipos, son de carne y huesos, y tienen contradicciones, dudas, e ilusiones, lo mismo que tenemos nosotros. Son dos personajes que, sin ser contrarios, son muy diferentes pero complementarios al mismo tiempo, se necesitan mucho. No pueden vivir juntos, pero necesitan estar juntos, porque tienen mucha complicidad. Hay una cosa que me fascina de la obra, que es que cada día revives toda la vida, porque cuando empiezas la obra, vuelves a nacer, vuelve a empezar todo el ciclo, este ciclo eterno de la humanidad. Yo creo que todos los humanos venimos a buscar lo mismo en este mundo, que es el amor, poder amar y poder ser amados. Mi personaje, la Melisa, es un alma libre, bohemia, una mujer que vive muy intensamente. La vida le jode batacazos, pero al mismo tiempo es de aquellas personas que se levantan, con mucho temple y mucha fuerza. Viene de una familia económicamente muy bien acomodada, pero bastante destartalada anímicamente.

Entrevista a Lloll Bertran. Revista Acelobert

Y se encontró con Andrew…
Cuando encuentra a Andrew es bueno, porque son un poco la cordura y el arrebato. Andrew sería la cordura y la Melisa el arrebato. La Melisa se deja llevar mucho por el corazón, por las emociones, y Andrew es mucho más cerebral. Se equilibran mucho. Él, cuando tiene alguna duda, siempre le consulta a la Melisa, a pesar de que en aquella época el hombre estaba por encima de la mujer. Hay momentos en que su relación sí que es amorosa y de amantes, pero hay muchos momentos que es de amigos, se estiman mucho.

Cuál es la reacción de los espectadores cuando ven la obra?
Hay momentos, como la vida, de risas y también se hacen unos silencios en la sala brutales, hay momentos que sientes el silencio. Yo siempre digo que la mejor banda sonora para un actor son las risas y los aplausos, y lo mantengo, pero el silencio, también lo es.

El envío de cartas se está perdiendo con las nuevas tecnologías.
Yo, cuando abro el buzón y me encuentro una carta que no es de la Agencia Tributaria o una multa, me hace una ilusión… porque con una amiga que tengo en los Países Bajos nos enviamos felicitaciones de Navidad o hay también una amiga que su marido pinta muy bien, y me envía unas acuarelas preciosas y cuando abres el buzón te encuentras aquello, hace emocionar. Yo reivindico, porque los tiempos cambian, que no se pierda el género epistolar. Mi marido, Celdoni Hinojo, que ha escrito libros de poesía y prosa, y hace unos dietarios cojonudos, escribe muchas cartas por ordenador y las envía, y después esto se ha publicado en dietarios. En cierto modo, también se puede continuar cultivando el género epistolar. Aunque me gusten las nuevas tecnologías, yo siempre lo digo, como en un poema del J.V. Foix, “me exalta lo nuevo y me enamora lo viejo”. Me gusta mucho aprovechar lo bueno de lo que llega nuevo, pero no olvidar lo que tiene de bueno lo antiguo.

También han cambiado las formas del amor y de relacionarse, a través de aplicaciones de citas, por ejemplo.
Yo necesito el contacto humano. Cuando no es así lo encuentro un poco arriesgado y peligroso. La conexión puede pasar de mil maneras, puedes conocer alguien de muchas maneras. Pero ha de haber el paso que te lleve a conocer a aquella persona. Necesitas ver como respira, como vive y que piensa de muchas cosas de la vida.

Lo que se transmite a la distancia quizás no es real.
Todo el mundo se presenta con la mejor cara que tiene. Pero no para engañar. Simplemente conoces alguien y sonríes, eres amable… Pero lo guapo es conocer a aquella persona. Yo pienso que el amor de verdad es cuando amas a la otra persona tal como es. Si esperas que una persona cambie, lo que harás es incomodarla, y se llegará a un callejón sin salida. Lo guapo es estimarte a aquella persona como es, para que pueda ser cómo es libremente, y tú también. Todos tenemos cualidades y defectos, pero se pueden positivar aquellos defectos, de hecho hay algunos que, según como te los mires, incluso te hacen gracia, te pueden hacer sonreír.

¿Y el amor con tu marido?
Tenemos toda la relación de pareja: amantes, cómplices, socios, todo compartido, y es maravilloso porque lo tienes todo con aquella persona y el amor que hay es un amor intensísimo. A veces nos dicen que tenemos un amor de película, pero el nuestro es mejor porque es real, de verdad, y el de película se acaba cuando finaliza la película. Nos hemos encontrado tan bien, que incluso bromeamos, como su apellido es Hinojo y mi nombre Llull, yo hice un cachondeo un día que dije que somos los “Fonollulls”, y ahora hay mucha gente que nos lo dice. A los dos nos gusta mucho jugar con las palabras y hacer rimas.

¿Cómo son vuestras cartas?
Nos escribimos, y a veces bromeamos. Siempre buscamos que haya un toque de ternura y poesía, y también de humor. Siempre lo mezclamos. A veces él está en el estudio y yo en el comedor, y como lo que él escribe va a parar a mi correo, le contesto por escrito porque me hace gracia jugar a aquello. Yo me ordeno más cuando escribo que, a veces, cuando hablo.

Trabajas desde hace muchos años, eres muy reconocida por el público.
Hago teatro desde toda la vida. Pero a nivel profesional, del 81 al 84 fui al Instituto del Teatro y el día 20 de junio del 84 Pere Planella me dijo que montaría “El auca del señor Esteve” para el Teatro Grec de aquel año con la flor y nata de la escena catalana. Fué entrar por la puerta grande del teatro catalán, estaban Rafael Anglada, Pau Garsaball, Joaquim Cardona, Joan Borràs, Carme Molina, Montserrat Salvador, Miquel Graneri, Enric Casamitjana, Enric Pous, Enric Serra… Es que estábamos todos. Fue maravilloso juntar los grandes de la escena catalana con gente que salíamos del instituto, como el añorado Carles Sabater, Ramon Madaula, la Rosa Vila, Jordi Martínez… A veces, actualmente, cuesta mezclar generaciones, porque las compañías no se lo pueden permitir. Y es una lástima porque el teatro, en definitiva, lo que hacemos son retratos de vida. A mí me gusta cuando se pueden mezclar gente joven, con abuelos, padres… Ahora sube gente joven que sabe bailar, cantar, tocar un instrumento. Están preparadísimos, y es magnífico. Pero los de antes, quizás sin haber podido tener todos estos estudios, respiraban el escenario, tenían tantas vivencias… era una lección de vida, esta gente.

En los años 90 triunfaste en TV3. ¿Echas de menos la televisión?
En aquella etapa fui muy feliz, me lo pasé muy bien. Fue una época dorada de TV3, magnífica. No había tantos recursos como ahora, lo hacíamos todo con artesanía, con ilusión. Yo siempre le decía a Joaquim Maria Puyal que con “El juego del siglo” me dio la oportunidad del siglo. Con Vanessa, Sandra Camaca… nacieron unos personajes que fueron muy entrañables y que calaron mucho en la gente. Y que quedes en un rincón de la memoria o del corazón de las personas es un regalo. Lo que pasa es que, últimamente, la televisión que yo estimo, que es TV3, que es la mía, la de mi casa, no me acaba de convencer demasiado por donde va. Encuentro que ha perdido un poco de gas en muchas cosas. Soy más feliz ahora haciendo teatro que haciendo según que en la televisión.

Del 2017 al 2021 hiciste en el teatro “El secreto de la Lloll”, escrita, dirigida e interpretada por ti.
Fue un proceso fascinante. Me gusta mucho cantar, y fuimos ligando canciones e hicimos un cuento muy alocado, lo teatralizamos. Eran versiones de canciones muy trabajadas que hicimos con mi marido para la radio, para espectáculos y otras cosas. A pesar de que siempre me ha dado mucho respeto dirigir, aquello tenía muy claro qué lo quería explicar y como lo quería explicar. Y siempre tenía muchas miradas desde fuera ayudándome. Pero fue una experiencia muy divertida. El trío que éramos nos lo pasábamos muy bien. Estaba también nuestro sobrino, Isaac Fonoll, que toca el piano y es un “fiera”.

¿Cuál es tu secreto?
Supongo que ser tal cual. Me dicen que soy un libro abierto. Soy una persona incapaz de hacer daño y creo que soy una persona tierna. El otro secreto también podría ser el sentido del humor, ser positiva.

¿Qué proyectos tienes después de este espectáculo?
Ahora, en Navidad, hacer el Concierto de Valses y Danzas con la Orquesta Sinfónica Sant Cugat. La dirección artística es de Josep Ferrer y el director titular ahora es el Salvador Brotons. Grandes maestros los dos. Cada año, estos conciertos, hacen una primera parte más seria, y a la segunda parte invitan alguien. El Celdoni, mi marido, saldrá la primera parte recitando el magnífico poema de J.V. Foix, “Lo sabe todo el mundo y es profecía”, y yo, a la segunda parte, hago unos cuántos gags. Esto se hará ahora en Navidad, fin de año y Reyes. Y paralelamente, ahora en diciembre ya empezamos los ensayos de una obra que se llama “Haciendo Pigmalión”, que haremos Manel Barceló y yo en la Sala Versus Glorias a partir del 31 de enero, bajo la dirección de Marc Rosich y Jordi Andújar.

No paras de trabajar.
Yo siempre digo que no me jubilaré nunca… No tengo ganas de decir “esta será la última función”. Cuando sea la última, será la última. De momento estoy con mucha fuerza y muchas ganas, no me gusta pensar en finales.

Esperamos poder seguir disfrutando de tus actuaciones mucho años más. Queremos saber también qué piensas del comercio de proximidad, al que damos un firme apoyo desde la revista Acelobert.
Mi marido y yo somos defensores del comercio de proximidad y hace falta que lo reivindicamos. Los grandes almacenes parece que ni nos conocen, solo vamos a por cosas muy concretas. Cataluña ha sido un país de pequeñas y medianas empresas, un país brillante, rico, productivo. Cuando entras en un gran almacén, no se implican nada con el que viene. A mí me gusta ir a comprar a un tendero que te asesora, esto es un valor que no se paga con dinero.

Maria Jesús Mirón