Homes Igualitaris. Acelobert setembre 2022

Hombres Igualitarios: «La vida no tiene por qué ser un futbolín»

Por: Juanjo Compairé.

Cuando era pequeño mi afición preferida en el pueblo de montaña donde veraneaba era jugar al futbolín. No era de los más hábiles en el juego; siempre había alguien del pueblo que lo hacía mejor que yo. Allí comprendí que me decían que la vida era una competición, que había que ganar y hundir a los demás. Que tenías que sentirte mal si eres el perdedor. Y que para ganar era necesario juntarse con los “mejores”, los más expertos en meter la bola.

En el patio de la escuela ocurría lo mismo. Mis compañeros (los colegios entonces eran tan sólo de chicos) jugaban al fútbol de verdad y a guerras (literalmente, tirándose piedras a la cabeza o rodando por tierra en combate individual a tortazos y puñetazos). En las noticias yo veía que los hombres mayores hacían lo mismo: competir, organizar guerras para destruir al adversario. Esto era como un “futbolín” a lo grande, pero con mucha sangre y dolor. Y entonces, no era divertido, sino todo lo contrario.

Me crié, pues, en una cultura del “nosotros” y “ellos”, del Barça contra el Madrid, de los vaqueros contra los indios, de los policías contra los ladrones, tal y como las películas nos enseñaban. Y nos enseñan. Recuerdo que sentía en mi interior un profundo malestar. En el patio yo no quería combatir como la mayoría. No lo entendía. Me colocaba en un rincón a charlar con algunos, pocos, compañeros, a diseñar un avión, a hacer experimentos de química, otras cosas distintas, sin necesidad de competir o pelearme.

Y ahora, cuando me he hecho mayor, quisiera pensar que ojalá estemos superando la cultura del “futbolín”. Quisiera creerlo, a pesar de las guerras que asolan el mundo, a pesar de las múltiples opresiones de los demás (y sobre todo de las demás), a pesar de las desigualdades y las injusticias. Quisiera creer que cada vez más hombres ven que esta cultura sólo provoca mucho dolor, mucho sufrimiento. No es inevitable. Podemos imaginar otras formas de resolver los conflictos, que nos permitan reconocer a los y las demás, disfrutar de la diversidad, salir del blanco y negro y pasar a la amplia gama de colores. Muchas mujeres feministas y algunos hombres hace tiempo que nos lo están diciendo. ¿Y si dejamos el futbolín y nos ponemos a bailar, abrazados? No es un brindis al sol. Nos jugamos el futuro.

Juanjo Compairé

Homes Igualitaris (AHIGE Catalunya)

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