Violencia Machista. Homes Igualitaris

Homes Igualitaris: «Violencia de género / Violencia machista»

Per: Josep Maria Lozano

Hace tanto tiempo que ya no nos han quedado recuerdos en nuestro cerebro consciente, pero quizás hayan impregnado nuestras células. Todo lo que ocurrió al amanecer de la humanidad ha dejado un registro en nuestra propia naturaleza humana.

Sucedió con el desmantelamiento de esos pequeños grupos de supervivencia de nuestra prehistoria. Los hombres decidimos unilateralmente convertiros a vosotras, mujeres, en objetos de transacción, monedas de cambio para ampliar y expandir nuestras posesiones. Desconectados de emociones, afectos y empatía, creamos nuestro derecho de propiedad. Os confinamos en este pequeño espacio doméstico; os dijimos que eráis muy valiosas para nosotros y, a cambio, os ofrecimos nuestra protección para asegurar vuestra dependencia, obediencia y cuidado. Nació entonces nuestra ley y nuestros tribunales de justicia. Con el paso del tiempo, la razón -siempre de nuestra parte- acabaría justificando este modelo. Evidentemente, si no cumplíais con vuestros deberes, sería de justicia enderezar la rebelión: sería inevitable el maltrato hacia vosotras, por atreveros a desacatar la ley de los hombres. La violencia sería simplemente una forma de restablecer el poder que no habíais respetado. Legalizamos entonces la violencia de género.

Esta estructura consideró la sexualidad heterosexual como la norma. Todo lo que no siguiera esta pauta era tildado de aberración. Esta norma la considerábamos «natural». Decidimos, pues, construir la sexualidad sobre los fundamentos de la reproducción, haciendo de la penetración y de nuestra descarga en vuestros cuerpos, todo el fundamento del placer. Una y otra vez, pues, conquistaríamos vuestro territorio-cuerpo. Nosotros, los hombres, nos convertíamos así en la parte activa y vosotras, mujeres, con vuestra sumisión, en la pasiva. Era una manera de haceros ver, en todo y a cada momento, nuestro poder. El pene entonces se erigió en el símbolo/tótem del poder. En cualquier caso, el clítoris femenino pasó a ser tan sólo un pene atrofiado y sin valor. La vagina (= ”vaina”) tendría valor tan sólo como receptáculo del pene y, como tal, ausente de placer. La misma heteronormatividad nos ha llevado a la homofóbia y la misoginia.

Este aprendizaje surgido en el espacio privado/doméstico fuimos expandiéndolo al espacio público: un lugar para competir entre nosotros hombres (vosotras estabais excluidas). Construimos una estructura de jerarquía piramidal, en la que el éxito y el poder se consigue compitiendo para alcanzar las cotas más altas de la pirámide. Un poder creador de las categorías de superioridad/inferioridad entre competidores. La historia fundada por los hombres estaría llena, a partir de entonces, de luchas fratricidas, de guerras, movidas por el ansia de conquistar otros territorios, otros pueblos. Incluso esta jerarquía posibilitaría la concepción de amo y esclavo como algo perfectamente legítimo de acuerdo con nuestros códigos de justicia. La violencia y el maltrato estarían perfectamente legitimados cuando alguien o algunos se opusieran a las normas establecidas. La opresión y la violencia también ocurren entre nosotros. Tal espiral de violencia llegó, ya no sólo a maltratar a todos los seres humanos, sino incluso a maltratar a la Tierra que nos da toda posibilidad de vida. Ésta era expoliada y devastada. De esta forma, la violencia de género se convirtió en violencia machista.

Con esta violencia machista emerge un pensamiento en el que, siempre que nos sintamos dueños de la verdad, nuestra razón patriarcal nos empuja a imponernos de cualquier modo sobre el otro. El mundo se ha ido distribuyendo en grupos humanos que, según sus propias creencias, se posicionan unos en los ejes del bien y otros en los ejes del mal. A pesar de algunos movimientos de hombres por la paz, acudimos a las guerras de forma obediente y sumisa, a la llamada de estos mandatarios, los machos alfa de la especie. Un sometimiento que convertimos en hazañas de héroes, de guerreros intrépidos, sacrificados por amor a la patria y camaradas en la muerte. ¿Podremos llegar a ver los hombres en toda esta construcción patriarcal una estructura de opresión y de violencia que, como una lluvia fina, recae también sobre nosotros mismos?

Josep Maria Lozano

Homes Igualitaris (AHIGE Catalunya)

https://www.homesigualitaris.cat/