Hombres Igualitarios: «De la amistad»
Por: Juanjo Compairé.-
¿Podemos los hombres hacer amigos? De joven leí con fruición el magnífico tratado de Cicerón sobre la amistad. Él consideraba que tener amigos era el bien más preciado. Pero advertía que hablaba de amistad más allá de la utilidad; es, decía, el mayor sentimiento, incluso superior al amor de pareja. Porque en éste hay una compensación sexual, algo que en principio entre amigos no existe. Si nuestra sociedad estuviera basada en la amistad y la fomentara, afirma, sería una sociedad cohesionada. Y no por la fuerza de la razón, sino del afecto. ¿Puede haber una unión mayor que la que crea este sentimiento desinteresado?
Ahora bien, Cicerón, senador romano, hablaba de una élite masculina. Pero ¿y el resto de hombres? Aquí topamos con una barrera. Los hombres difícilmente nos sinceramos con otros hombres. Nos cuesta mucho manifestarnos vulnerables, inseguros o dubitativos frente a otro. Preferimos decir “fantasmadas” frente a los colegas, o hablar de política o fútbol, que son cosas ajenas a nosotros. ¿Y tocarnos? Nunca, no sea que alguien pensara… Si tenemos que abrazarnos, lo hacemos como si azotáramos la espalda del otro, en una especie de violencia sobreactuada. No en vano cuando dos hombres se saludan lo hacen dándose la mano, rito medieval que quiere mostrar que no vamos armados. Porque digámoslo todo: otro hombre es en principio un rival. Si tengo que mostrar que soy el más valiente, el más ocurrente, el más listo del grupo, entonces estoy compitiendo con el resto de machos y eso me dificulta hacer amigos. ¡Eh! Amigos de verdad, no compadres, no conocidos o saludados. Porque ¡cuánto daño han hecho las redes sociales cuando nos dicen que tenemos tantos cientos de “amistades”! Gente que quizás ni siquiera conocemos. No es esto.
Más aún, ¿y si contemplamos la amistad entre hombres y mujeres? ¿Es posible, más allá de la atracción heterosexual? Tenemos en la Historia gloriosos ejemplos de esta amistad transformadora. ¿Entonces? No se trata de ir con el lirio en la mano, pero, ensanchando la mirada de Cicerón, ésta sería la verdadera revolución que tenemos pendiente. La que transformaría la sociedad patriarcal desde la raíz. La revolución de la amistad, la que comienza por la confianza mutua en el otro/la otra y continúa con el afecto o al menos, el reconocimiento. Pero para llegar aquí, ¡cuánto lastre debemos dejar, cuántos prejuicios machistas y misóginos! Pero la empresa vale la pena.
Juanjo Compairé
Homes Igualitaris (AHIGE Catalunya)
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