OscarDalmau Acelobert

Entrevista a Òscar Dalmau

«A través del humor puedes soltarte y puedes ‘dar una colleja’ a los que mandan»

Òscar Dalmau (Barcelona, 1974) es humorista, guionista y presentador. Bajo unas grandes gafas y vestido con aires de los años 60, se esconde un hombre tímido al que le gusta observar el mundo. Con el humor como herramienta principal, ha escrito guiones para radio y televisión. Ahora comparte micrófono con Òscar Andreu en La Competència en RAC 1, programa con el que ganaron un Ondas en 2013; y cada tarde ejerce de maestro de ceremonia en El gran dictat en TV3. Dalmau también hace de DJ con el apodo de Phil Musical.

Sandra Pulido
Enero’16

A finales de 2015 se publicó el 4º volumen de Pop a la catalana, una compilación de lo mejor de la música en catalán de los años 60-70. ¿Qué tiene esta música que te apasiona tanto?
A mí me gusta porque es una música muy alegre. Además, había toda una serie de recursos invertidos en grabar ese tipo de música que hoy en día ya no están. En aquel momento era muy cotidiano poner al servicio del cantante toda una orquesta entera: con violines, con saxofones, con trombones o con trompetas…  Pero a medida que fueron llegando los años 70 y 80, por cuestiones de presupuesto, se fueron sustituyendo estos instrumentos, como el violín, por ejemplo, por el teclado y; claro, ya no es el mismo.

¿Ahora la orquesta está marginada, sobre todo en la música popular?
Hoy en día hay poquísima gente que graba con una orquesta. Yo recuerdo el disco que hicieron los Antònia Font con la Orquesta Sinfónica de Bratislava, pero es algo muy puntual porque es carísimo. Con este recopilatorio a mí me interesa recuperar todo aquel sonido orquestal aplicado al pop, al jazz y a la bossa nova. Reivindicar un poco también el nombre de todos aquellos que no formaban parte del grupo de cantautores de la época. Llach, Raimon o Serrat con una guitarra ya hacían. Pero también había mucha gente que cantaba, y que no escribía la letra; o que escribían letras, pero que no sabían cantar: un movimiento al margen de los cantautores que quedó enterrado, supongo porque no era canción política.

¿Cómo es la tarea de desenterrar estas canciones olvidadas?
Es cuestión de remover música durante muchos años e ir descubriendo cosas. Llega un momento en que piensas: “¿qué sentido tiene coleccionar música y tenerla en casa?” Porque sólo la puedes escuchar tú. Entonces me rondó por la cabeza buscar alguna discográfica que pudiera estar interesada y encontré Picap. A mí me gusta que esto pueda estar en el mercado, por eso editarlo en CD, porque hasta ahora esta música sólo estaba al alcance de coleccionistas.

A lo largo de estos años, ¿cuál es la canción más singular con que te has encontrado?
Hay diversas. Por ejemplo, encontré la versión de una bossa nova que hacía Grau Carol y fue desde donde empecé a tirar del hilo. Me fijé en el sello discográfico y comencé a encontrar gente que había grabado pop y versiones de canciones. Por ejemplo, en el último volumen está el Help de los Beatles, temas de los Rolling Stones o de Frank Sinatra. Es decir que hay temas muy internacionales que también se adaptaron al catalán.

En cuanto a la faceta radiofónica, el programa, La Competència, sigue ganando audiencia. ¿Cómo se digieren estas cifras tan altas?
Parece que no tenga que haber techo y cada vez acostumbramos a decir lo mismo: “ahora tocará bajar”. Pero no. En el último estudio de medios volvemos a batir récords, es muy bestia eso. Nosotros en La Competència tenemos 212.000 oyentes al mediodía, más la repetición y los podcasts -grabación que se puede descargar de internet- todo esto es una locura.

En La Competència hacéis broma de todo. ¿Nunca habéis recibido presiones por tratado ciertos temas?
Nunca, de verdad. Supongo que si nos hubiera pasado, ahora no estaríamos haciendo el programa. Deben pensar que es mejor dejar a estos locos que digan lo que quieran, porque total es una hora de radio, y a nosotros también nos va bien que nos tomen por locos.

El programa se basa en personajes ficticios, ¿es una manera de evitar problemas?
Utilizamos personajes ficticios porque hemos hecho de nuestras limitaciones virtudes. Nosotros no sabemos imitar, pero sí que durante muchos años hemos hecho voces anónimas hasta que con Òscar Andreu nos propusimos hacer un programa. Cogimos todas aquellas voces que habíamos utilizado hasta entonces y decidimos construir una biografía y las bautizamos.

De todos los personajes que aparecen en el programa, ¿cuál prefieres?
Mi personaje preferido es Angelines, porque no deja de ser mi madre, mi tía y mi abuela. Hay expresiones calcadas de ellas. También tiene un componente machista. Estuvimos dando vueltas y hubiera sido muy fácil hacer un hombre machista, que de hecho ya existe el Jep, pero también está bien darle la vuelta y jugar al revés. ¿Por qué no una mujer que haga comentarios machistas? Que también los hay. Es una manera de intentar sorprender al oyente.

Haces pareja con el otro Òscar, Òscar Andreu, a quien conoces desde hace mucho tiempo.
Estudiamos juntos comunicación audiovisual, aunque no tuvimos contacto más cercano hasta el último curso, que hicimos el trabajo de fin de carrera juntos porque habíamos quedado los dos colgados. Terminamos compartiendo piso. Hemos hecho de todo con Òscar, menos tener sexo explícito, que yo creo que es la clave por la que aún somos amigos.

¿Es fácil dejar ver la opinión en los guiones?
Para mí sí. Yo empecé a estudiar periodismo, pero le dejé el primer año porque me dijeron: “si a ti te interesa explicar la realidad estudia periodismo y si te gusta inventar cosas, la ficción, estudia comunicación audiovisual». Vi claro que explicando una rueda de prensa quizá te estabas cagando en las medidas que había tomado el presidente, pero claro, no puedes decir absolutamente nada porque tienes que ser objetivo, tienes que informar. En cambio, a través del guión de humor he podido encontrar esta válvula de escape. Puedes soltarte y puedes ‘dar una colleja’ a los que mandan.

Hace años que has trabajado en televisión como guionista y desde hace seis temporadas eres el conductor de El gran dictat. ¿A qué tarea te sientes más cómodo?
En televisión empecé poniendo la voz al Caçadors de bolets, por tanto, muy escondido de las cámaras y luego vino la escritura de guiones. La verdad es que dar la cara en El gran dictat fue algo muy de rebote, porque yo pensaba “con estas pintas no te cogen”. Ahora estoy cómodo delante de la cámara, aunque también es verdad que llevo ya siete años en el mismo programa y lo tengo muy controlado, pero tal vez si me llegan a preguntar en la primera temporada hubiera dicho que estaba acojonado.

¿Por qué crees que te conoce más a la gente, por la voz o por la imagen, como dices “por estas pintas”?
Yo llevaba muchos años haciendo radio, pero cuando empiezan a decirte cosas por la calle es a partir de que tu ‘jeto’ sale por la tele. Para escribir guiones debes observar y llega un punto que dejo de poder observar, porque el observado soy yo. Esto es lo único que no acabo de llevar del todo bien.

Y te dicen cosas del programa, imagino.
A veces paseas por la calle y la gente te para para preguntarte ‘como se dice esto en catalán’ y yo no lo sé, ‘¿cómo que no lo sabes? Si tú presentas El gran dictat’, pero yo no soy lingüista y se lo busco en Google.

Òscar, ¿algún deseo para este 2016?
Como dicen las abuelas: mucha salud y el resto ya vendrá.

 

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