El título de la obra parece una adivinanza…
Sí, son unos versos del monólogo final del «Ser o no Ser de Hamlet», es como una adivinanza, me parece divertida…
La muerte, un tema tabú en nuestra sociedad, ¿Cómo fue que nació este espectáculo?
La Sala Beckett le propuso a Àlex (Rigola) hacer un espectáculo sobre la muerte y empezamos a trabajar con el equipo de dramaturgia, leyendo referentes y buscando información, entramos en el mundo de la filosofía, teníamos mucho material pero no acababa de darle forma al espectáculo, entonces Alex, que nos conocemos desde que yo tenía diecinueve años, él sabía que mi padre estaba enfermo de cáncer desde hacía un año, y me propuso hacerle unas entrevistas, para salir de este mundo de las ideas y mi padre estuvo encantado, era catedrático de historia económica, una persona muy culta, muy leída, con unos valores muy trabajados y además con su parte docente que era muy buena, se explicaba muy bien y su parte humana era muy rica. Y nos dimos cuenta a través de sus experiencias y opiniones, a partir de la quinta entrevista, Àlex se dio cuenta que ya lo teníamos.
Tu padre fue muy generoso.
Sí, fue una manera bonita de cerrar su biografía y su proceso vital. Él también lo hizo por mí. Yo perdí a mi madre cuando tenía veintidós años, tampoco tengo hermanos, nos queríamos muchísimo, de hecho nos queremos muchísimo, es así… A pesar de que pasamos por todas las etapas de la enfermedad, yo no quería pensar, ni hablar de lo triste. «Estamos luchando, pues luchemos» pensaba. Pero de golpe me doy cuenta después de todo lo que habíamos leído, que justamente lo que se tenía que hacer era hablar, tener el máximo de cosas habladas, cosas muy pequeñas; cómo quieres que sea tu entierro, qué consejos me quieres dar…
Muy bonito.
Sí, hizo cosas preciosas, él tenía una biblioteca muy amplia por su trabajo y su afición a la lectura y me puso unos adhesivos rojos en todos los libros que yo me tenía que leer, si o si, a lo largo de mi vida.
Mucha verdad interna.
Si, total, en el trabajo de Àlex Rigola es de las cosas que más se requiere, casi diría que es su poética a la hora de dirigir, hacia la esencia. La forma de interpretar que pide, la verdad escénica que él pide sobre el escenario por parte de los actores, crea una poética que es muy particular, siempre.
¿Las entrevistas sobre las cuales se basa la obra están grabadas, todas?
Si, hemos hecho un trabajo muy increíble, y a medida que íbamos leyendo y analizando las conversaciones que tuvimos mi padre y yo, vas sacando capas y capas, y llegas a lo que realmente nos estábamos diciendo que muchas veces era sencillamente que nos queríamos muchísimo o que estábamos preocupados el uno por el otro. De hecho esto lo podríamos hacer todos, si tú grabas una cena con el iPhone y lo transcribes y lo arreglas un poco y haces después un análisis de texto de esta cena te das cuenta de la cantidad de cosas que decimos sin decirlas y entonces se trata de despertar también esta escucha… La relación con mi padre ya era maravillosa y nos queríamos mucho pero ahora se ha elevado un poco también, cada día se eleva, muchas veces me emociono o agradezco este camino hacia aquí. De las cosas que más mal me sabe es que él no lo pudo llegar a ver, porque a pesar de que sabíamos que moriría tarde o temprano, también fue sorprendente, murió más pronto de lo que tocaba, no lo esperábamos.
Pep Cruz que hace a la obra el personaje de tu padre no llegó a conocerlo personalmente.
No! Él se esperaba hacerlo e el estreno!, y mi padre murió antes, de todos modos el Pep es una especie de mago, como un médium, la fusión que ha hecho, de hecho mucha gente que conoce a mi padre cuando vienen a ver el espectáculo alucinan, hay mucha similitud.
Tu padre tenía gran sentido del humor que se refleja a la obra.
Sí, tenía un sentido del humor muy suyo, nos vacilaba un poco, a mí siempre me pasaba… «Esto que me dices va serio o no va serio?»
¿El espectáculo habla de la muerte?
No, es una obra que habla de la vida de alguien. Si a ti te dicen que te queda este año y medio de vida, tú valoras, quieres entender tu biografía y repasar las relaciones, de amor, familiares, lo que has conseguido, tus objetivos cumplidos o no, de hecho hay fechas en las que todo el mundo hace esta revisión, pero cuando sabes que se te acaba… Yo creo que hemos hecho una obra sobre la vida… de hecho él está hablando conmigo para dejarnos a partir de su experiencia particular, pero de tan particular que es, se hace universal, una biografía muy suya pero todo el mundo que viene a ver el espectáculo conecta.
Y el público, ¿Cómo responde?
Es increíble ver lo que pasa cada día con el público porque una cosa es lo que pasa en escena, y otro, la constelación que se crea con el público, la función no se acaba cuando se acaba la función, aparte de charlas con gente que no conocemos y que nos comparten su experiencia después de ver la obra, mails que nos envían más tarde, muchos comentarios en las redes que nos envían en privado, cosas súper emocionantes, es porque la gente se está llevando, ostras!, una información muy valiosa y yo tengo la sensación y todos, que con esta obra estamos haciendo el mundo algo mejor. Si yo hubiera visto esta obra antes de que se muriera mi madre, mi padre, esto me habría ayudado mucho.
En realidad es un gran regalo para todos
Àlex (Rigola) da esta opción y es un gran regalo para mí, para mi padre y para todo el equipo que participábamos. Entonces viene mi padre y nos hace un súper regalo y después mi padre se muere y entonces viene Pep Cruz, cuando empieza a ensayar y todo lo que ha ido pasando, yo no tengo palabras para describir lo que pasa sobre el escenario, es una gran experiencia.
Y tu regalo, también.
Si, yo intento regalar cada noche mi aprendizaje de todo esto, mi amor hacia mi padre, todo el conocimiento que él me ha inculcado es un acto de amor, de agradecimiento. Y después viene el otro regalo, el que el público te devuelve, porque al final toda la estructura del espectáculo son las preguntas, es una entrevista, y todo el público se las hace también, todo el mundo se las está contestando…
Debe de ser difícil hacer el personaje de uno mismo.
Si, es complicado, mi padre se murió el 22 de octubre pasado, lo estrenamos al cabo de un mes en «Terra Alta» y en enero estábamos ya en la sala Beckett y estaba todo muy tierno, muy caliente… y me preguntaban, ¿no quieres que se acabe?, y yo decía, no, yo tengo miedo de que se acabe, porque cada noche yo estaba convocando a mi padre, a nuestra relación, a nuestro amor.
La mayor parte del tiempo el público sonríe.
Las diez entrevistas que hicimos cuando las transcribimos eran ciento ochenta páginas, Àlex las convirtió finalmente en veintitrés páginas y esta es la obra y aquí hay un trabajo de filigrana muy fina. Durante todo el espectáculo lo que más haces es sonreír, hay veces que ríes mucho, y otras también que hay mucha emoción… Sé que ha hecho bien a mucha gente, a mí me hubiera encantado ver antes este espectáculo, algunas cosas hubieran ido diferente.
Hay muchas formas de duelo…
Sí, a veces es una relación de pareja que se ha acabado, o un trabajo, en la vida hay muchos duelos…
El momento que estamos viviendo con la covid-19, la muerte está muy presente.
Si, yo no quiero imaginar que hubiera sido si mi padre se hubiera muerto en el hospital sin mí… el entierro fue precioso, y de hecho el entierro se hace para los vivos… y yo lo pensaba durante el confinamiento, como gestionará la gente estos duelos, cuando la gente no pueda ir a buscar los cuerpos? Yo le pregunté a mi padre cómo quería que fuera su funeral y él quería que fuese útil, que ayudara a la gente, y lo consiguió, aparte de que el funeral fue precioso, todo cosas que él quería, este espectáculo y dónde está llegando todo esto está siendo útil.
Hasta el 30 de octubre al Poliorama. ¿Y después?
Vamos a Madrid, al Teatro de la Abadía, a partir del 25 de noviembre, durante tres semanas. Y en febrero tengo un proyecto, un espectáculo de creación en el Auditorio. Y con muchas ganas de hacer cosas, me gustaría hacer cine…
Pues que así sea, queremos verte de nuevo, aquí en la ciudad haciendo teatro y también en la gran pantalla!
Por: Antonia Utrera