Entrevista a Vicky Peña. Revista Acelobert Barcelona. Juliol 2021

Vicky Peña: «Hay una parte de las feministas que se esconden detrás de la sororidad y no se atreven a levantar la voz»

Per: Antonia Utrera.-

Maria Victòria Peña y Carulla, más conocida como Vicky Peña (Barcelona, 11 de enero de 1954), es una actriz catalana de teatro, cine, doblaje y televisión. Hija de los actores Felip Peña i Montserrat Carulla, es una de las actrices más importantes de nuestro país.

Por fin se puede estrenar «Pedro Páramo» en Barcelona…

Si, nosotros teníamos muchas ganas, esta obra tenía que estrenarse el año pasado en el Grec, pero como los teatros estaban todos cerrados por la pandemia dijimos de hacerla en el Romea en noviembre, pero tampoco fue posible, todos los teatros estuvieron de nuevo totalmente cerrados aquellas tres semanas que nosotros teníamos que ir al Romea. De forma que re-programamos y ahora si, por fin, estaremos todo el mes de julio y hasta el día 8 de agosto aquí en Barcelona que es donde se tenía que estrenar, pero ha estado todo un periplo por todo el Estado Español antes de poder llegar aquí.

¿Cuál es la historia de «Pedro Páramo»? Que encontrará el espectador?

Hay que decir que esta es una adaptación de una novela corta de un autor mexicano que se llama Juan Rulfo, que era escritor y también fotógrafo. Tiene una manera de escribir muy sintética, intensa, donde describe un mundo absolutamente poderoso, habla de personajes muy potentes, diferentes, intensos, poliédricos y situaciones, paisajes muy crudos y muy vívidos, y esta novela, Pedro Páramo, algunos la consideran el antecedente principal del cual después se ha llamado «Realismo Mágico» donde está García Márquez, Cortazar y todo el boom americano de los años 60. Una novela muy especial, confusa, donde el autor con este desconcierto consigue adentrarte en un mundo poético, delirante, surrealista donde tu imaginación se convierte en un instrumento absoluto de construcción de aquello que él te está explicando. El Pau Miró, que es dramaturgo, actor y director también, ha hecho una adaptación dramatúrgica para el teatro maravillosa.

Junto con Pablo Derqui dais vida además de 20 personajes.

Ha sido toda una aventura como intérpretes y como actores, todo un reto, un desafío, porque estos personajes no están definidos en la novela, no había nada, los hemos creado nosotros. Ha sido un ejercicio de creación y de riesgo, también muy guiados por Mario Gas, el director, una obra que da muchas alas al espectador.

Has hecho muchísimas obras de teatro y también en cine. ¿Cual fue tu primera obra sobre un escenario como profesional?

Profesionalmente, aunque como meritoria, en aquella época te podías sacar el carné de actriz de muchas maneras, una era en el Instituto del Teatro, otra, haciendo un examen y otra era haciendo el meritoriaje y esta es la que hice yo. Estabas seis meses cobrando muy poquito y después ya podías dedicarte y lo primero que hice fue en 1974, «El criado de dos amos» de Carlo Goldoni. Yo había visto teatro toda la vida, a pesar de que no sabía que quería ser actriz. Y cuando decidí serlo dije, pues voy al Instituto del Teatro, y estuve tres meses, me gustó mucho, aprendí mucho, pero yo lo que quería era hacer teatro, y pasarme tres años estudiando me parecía incompatible con mi ansiedad y me surgió la posibilidad de hacer el meritoriaje y ponerme ya sobre un escenario, aunque con un papel muy pequeño y rápidamente dije que sí.

¿Cuál es tu primer recuerdo vinculado al mundo del teatro?

De niña pequeña, con siete, ocho, nueve años, con mi madre y mi padre haciendo teatro. Me gustaba mucho, mucho ver las obras de teatro, estaba a menudo entre cajas, sentadita en una silla y veía todas las funciones que podía, me gustaba muchísimo y recuerdo que con aquellas compañeras, la Paquita Ferràndiz, Pedro Gil, Carles Lloret, Carme Contreras, compañeras de mi madre, que hacían a menudo obras de Josep Maria de Segarra, y a mí lo que más me gustaba, en navidades, en vacaciones, los sábados y domingos, siempre que podía y que ,i madre me dejaba ir al teatro, que yo le pedía ir y ella me dejaba, era quedarme entre cajas y verlos y recuerdo mucho como me fascinaba ver a los actores y las actrices, que cada día, tarde y noche, antes se hacía dos funciones, hacían lo mismo y decían lo mismo, pero nunca era lo mismo. Había días que a mí me emocionaban, días que no tanto, o me daba risa, y yo me decía, ¿cómo puede ser que estando haciendo lo mismo, van vestidos igual, hacen los mismos gestos, ¿que pasa? Y esta ha sido, yo creo, una de las lecciones de interpretación que más me han enseñado, de la manifestación de cómo el teatro es misterioso, de cómo uno puede poner todo el corazón, siempre, cada día, y nunca es del todo igual… ¿de qué depende? De una pausa, de un silencio, de cómo te contesta tu oponente, de cómo reacciona el público… Es una alquimia misteriosa, no sabes en que consiste, sabes que tienes que estar dispuesta con todo, muy concentrada con tus capacidades, con tu voz, tus gestos… yo creo que es este mi primer gran recuerdo de teatro, de ver aquellos compañeros de mi madre, y yo preguntarme cómo puede ser que sea así.

«La Cultura es un bien de primera necesidad»

¿El teatro como servicio?

Para mí el teatro lo es, entre otras muchas cosas. Siempre ha habido explicadores de historias que ha explicado el hombre, cosas sobre el propio hombre. Y el hombre viéndolas puede llegar a reflexionar, adquirir experiencias o pasar por lugares vitales y emocionales por los cuales él no podrá estar nunca. Y yo creo que esta capacidad de explicar cosas a la gente, de hacerlos sentir emociones con algo que tanto ellos como nosotros sabemos que es mentira, que no está pasando de verdad, y en cambio el sentimiento es verdad. Si hago llorar a alguien o lo hago disfrutar, se establece este tipo de vínculo con la imaginación, con la emoción de todos los seres humanos, este punto de encuentro que es el teatro para mí es muy interesante, pienso que si, que es un servicio público. Para mí es mi manera de vivir y de sentirme útil a la sociedad, creo que puedo hacer algo, y es esto que he elegido y es esto que me gusta hacer.

A pesar de que inicialmente te formaste y trabajaste como enfermera.

El teatro y la actuación era cosa de mis padres, de toda la vida, yo no me planteaba que yo pudiera seguir en absoluto, a mí me gustaba la medicina, yo quería ser médico, en pre-universitario me suspendieron y no pude ingresar en la facultad, pero pensé, es igual, estarás en contacto con la sanidad, en «primera línea de fuego», que es la enfermería y más adelante ya harás medicina, y si, si, estuve trabajando como enfermera, hice la carrera de ATS que se decía entonces, y de hecho empecé a trabajar enseguida en el Hospital Clínico de Barcelona. Ya los últimos tiempos de ATS empezaba a hacer teatro e intenté hacerlo compatible, pero era absolutamente imposible. Y tuve que optar y opté por el teatro.

¿Y como fue que descubriste que lo que tú querías era hacer teatro?

En Londres, fui a Londres a estudiar inglés y un amigo de mi madre al cual mi madre me encomendó, era actor que estaba haciendo unos cursillos allá, me llevó a ver cosas allá y fue allá viendo, no lo de casa sino lo que hacían los de casa, pero con otro filtro y… «yo quiero hacer esto!!» y fue así.

Has recibido un montón de premios, en 1995 fuiste galardonada con el premio Margarita Xirgu, has ganado tres Premios Max de teatro, en 2009 recibiste el «Premio Nacional de Teatro», la Generalitat de Cataluña te otorgó en 2014 la Cruz de San Jordi…

Si, siento mucha alegría, mucho honor, mucha responsabilidad, porque de alguna manera te señalan con el dedo, es una responsabilidad grande, también en algunas ocasiones he sentido, y ¿por qué me lo dan a mí?, si hay todas estas personas que lo merecen mucho más, no es falsa modestia, es como sorpresa, de una cosa que yo hago porque considero que es mi obligación, mi deber y mi gusto, que me den un premio por eso pues, lo encuentro fuera del normal, y también mucha satisfacción.

Has recibido varios premios por tu interpretación del personaje de María Moliner, la bibliotecaria que creó el «Diccionario de uso del español» y que no tuvo el reconocimiento que merecía. ¿Te consideras feminista?

Me considero feminista, pienso que la mujer está tomando un protagonismo necesario e imprescindible a estas alturas de la vida, en nuestra sociedad occidental creo que hemos tenido muchas posibilidades de avanzar incluso a veces a pesar de algunos hombres, a pesar de un sistema que ha ninguneado a la mujer, que la ha subordinado dijéramos. También es verdad que siempre ha habido mujeres que han podido salir individualmente de los *corsés» tanto físicos como sociales, y hay mujeres que han conseguido sortear los inconvenientes y han habido mujeres valientes que han dicho no, yo esto no. Ahora hay un tipo de movimiento colectivo en el cual algunas mujeres que quizás no han tenido esta iniciativa de luchar solas se sienten acompañadas unas a otras. Esto me parece estupendo porque da fuerza al movimiento, también me parece que a veces queda escondido en este frente común algunas impotencias y que a veces hay una parte de las feministas que se esconden detrás la sororidad y no se atreven a levantar la voz, a hacer frente a la realidad o a algunos hechos terribles que hay.

El feminismo es imprescindible…

Si, hay mucha batalla para hacer, desde el techo de vidrio profesional hasta la absoluta descompensación económica de pagos, hasta el olvido que ha tenido la historia a las mujeres creadoras y artistas, esto en nuestra sociedad, no hablamos de otros países, desde la ablación del clítoris a las mujeres en África, que es una cosa que no se puede entender, no se puede explicar, o sea, la castración, la incapacitación por el placer, que se plantee como una opción física y que se esté haciendo todavía, es una cosa que a mí «me abre las carnes», esta es una lucha donde pienso que todas las mujeres tendríamos que estar.

Tu madre, Montserrat Carulla, también una gran feminista…

Mi madre a finales de los años 50 con cuatro hijos estaba haciendo teatro. A principios de los años 60 se fue a vivir a Madrid, quiero decir, siempre ha habido mujeres que han dicho quiero hacer esto y lo han hecho, claro, con el consentimiento del «santo varón» que era mi padre, Felip Peña. El feminismo es una lucha que está pendiente y se tiene que luchar.

La cultura no es un lujo…

La cultura es un bien de primera necesidad, es una de las ramas que forman el humanismo, el cemento, la masa proteica que consigue que todos los seres humanos podamos andar en una dirección adecuada, podamos desarrollarnos humanamente, con una tranquilidad, poder ser personas hacia nosotros mismos con el respeto que nos debemos y hacia los otros en la sociedad en este tipo de contrato social que todos tenemos de convivencia absolutamente necesaria. Por otro lado, la mercantilización del capitalismo y la instrumentalización de los bienes culturales y de su utilización son muy perjudiciales. Y después, ¿cuál es la auténtica división entre lo público y lo privado? Hoy en día lo privado está viviendo de lo público, en general, recibe muchas subvenciones, muchas ayudas… La verdadera guerra hoy en día, aparte de la lucha de clases que continúa existiendo, es donde está la frontera entre lo público y lo privado. La cultura no puede ser un bien de consumo.

Muchas gracias Vicky, un placer hablar contigo, nos vemos en el Teatro Romea con «Pedro Páramo».

Antonia Utrera