Entrevista a Jorge Blass. Acelobert Desembre 2024

Jorge Blass: «Yo era un niño de 12 años que iba con mi maletín y les hacía un show de magia»

Antonia Utrera.-

Jorge Blass (Madrid, 2/5/1980), el mago español galardonado en este 2024 con el prestigioso premio de Hollywood, Stage Magician of The Year, «los Óscar de la magia» nos presenta su nuevo espectáculo “Flipar”en el teatro Poliorama de Barcelona, a que podremos ir a ver hasta el 22 de diciembre! Este maestro de la magia y la ilusión vuelve a sorprendernos con sus trucos espectaculares y sus efectos visuales tecnológicos, para hacernos sentir durante una hora y media que nada es imposible!

Con 12 años inició su formación en la Gran Escuela de Magia de Ana Tamariz, dirigida por la hija de Juan Tamariz, al que siempre ha señalado como maestro. En la sala de magia ubicada en Madrid, Houdini, presentó sus primeras actuaciones.

Es miembro fundador y patrono de la Fundación Abracadabra de Magos Solidarios, organización sin ánimo de lucro que se dedica a llevar magia a niños hospitalizados, ancianos en residencias y discapacitados psíquicos y físicos.

Y es fundador y director del Festival Internacional de Magia de Madrid en el Circo Price durante sus 14 ediciones.

 

Te agradecemos mucho que nos hayas concedido esta entrevista, nos hacía mucha ilusión, más aún si la magia está presente este mes de diciembre que cumplimos las 200  revistas publicadas a lo largo de estos 16 años!

Vaya trabajazo…

Sí, doscientas ediciones, 16 años saliendo a la calle mes a mes!. Estamos felices y más aún que el gran Jorge Blass sea nuestra portada de esta edición tan especial. Y aquí estamos, en el Teatro Poliorama de Barcelona, donde acabáis de estrenar “Flipar”!

Mira, el título se lo pusieron los espectadores porque yo cuando colgaba un vídeo en redes, la gente decía, ¡he flipado! Y me di cuenta de que esa palabra se usaban para describir lo que se siente al ver magia. Y es un término, además, transgeneracional, que mi hijo que tiene 13 años lo usa y mi padre de 80 y pico años también. Entonces, es una palabra que define muy bien lo que se siente al ver magia. Y en este show no se para de flipar desde el primer minuto hasta el último. Es un no parar de sorpresas, de asombro. Y eso es maravilloso, producir eso en la gente.

Te encanta sorprender a los demás.

Claro. De hecho, desde niño a mí me encantaba cuando le hacía magia a mi hermano, que tiene seis años más que yo, ver su cara de sorpresa. Eso es lo que a mí me enganchó de verdad. Me gusta pensar que la magia no está en el mago ni en el truco que hacemos, sino en la mirada del espectador ilusionado, cuando ves esos ojos que brillan, que se abre la boca, que gesticulan. Eso es fantástico. Y desde el escenario además yo puedo ver, en este teatro está muy cerquita la gente, muchas formas de asombrarse. A veces hay niños que abren la boca así y que le preguntan a sus padres: ¿Cómo ha hecho eso? Y entonces los padres dicen: “Pues no tengo ni idea”. Me gusta pensar que es un show donde los niños descubren que sus padres no lo saben todo. Y eso es bonito.

Algo parecido a lo que te pasó cuando viste por primera vez los juegos de magia de tu maestro, el gran Juan Tamariz.

Sin duda, eso es. Sí, al principio con seis años veía los programas y me quedaba prendado.

Y tú flipabas.

Flipaba! y gracias a eso cambió mi vida porque yo me dediqué a la magia. Es verdad que estudié Psicología, que hice otras cosas, pero la magia siempre estuvo presente. Y me convertí en profesional muy jovencito, con 20 o 22 años ya estaba haciendo mis shows, viajando.

¿Cuándo fue la primera vez que te pusiste delante de un público cobrando por tu trabajo?

Pues mira, eso fue mucho antes. Yo empecé con 12 años a hacer los cumpleaños de todas las amigas de mi madre, de las urbanizaciones de alrededor de mi casa. Entonces me contrataban y yo era un niño de 12 años que iba con mi maletín y les hacía un show de magia.

Y te encantaba…

Sí, sí, ya tenía mi pequeño público que me seguía. Y luego ya a los 15 años empecé a profesionalizarme un poquito más y empecé a actuar en pequeñas salas, en café-teatros de Madrid, en lugares tipo El Llantiol de aquí, de ese estilo, en una sala que se llama Houdini o en La Cripta Mágica. Y en esos sitios empecé a hacer ya con 15, 16 años actuaciones ya más profesionales. Semi profesionales diría yo. Y luego a los 20 hice un anuncio para televisión que fue un cambio, un hito, en el año 2000, que me abrió todas las puertas. O sea, hace 24 años. El año que viene haré 25 años de carrera más profesional.

Ganando tu propio dinero desde bien jovencito.

Desde los 12 años, sí, sí. Llegó un momento con 18 que ya cobraba más que mi padre, y mi padre es ingeniero aeronáutico. Estaba trabajando en AENA, en aeropuertos. Y hubo un momento que le dije: “mira, es que me va muy bien, yo puedo vivir de esto y tal”. Seguí estudiando Psicología, pero ya era mi vida la magia, estaba claro.

Tus conocimientos en psicología pueden serte muy útiles ahora.

Desde luego, porque la magia es pura psicología. Es entender la mente del espectador, es haceros vivir cosas que no existen, que no pueden ser y jugar un poco con la percepción, con la memoria, con la atención. Sí, tiene mucho que ver la psicología.

¿y la intuición?

La intuición también, claro. Y la persuasión, que también desde ahí arriba tenemos que a veces persuadir y que haceros ver cosas que no están pasando en realidad.

Salir por un momento de este mundo tan difícil para sumergirnos en un mundo de ilusión donde todo es posible.

Pues mira, eso es muy interesante. Ayer estuve en el estreno de Jordi Camí, que es un catedrático de la Universidad Pompeu Fabra, que estudia el cerebro. Y él es muy aficionado a la magia, de hecho, es miembro de la Sociedad de Magos de aquí de Barcelona. Él ha escrito un libro que se llama “El cerebro ilusionista”. Y él cuenta que cuando flipas o cuando te sorprende algo, tu vida es mucho más emocionante e interesante, y te conviertes por unos instantes en un niño.

En un niño…

Mira, los niños, sus días parece que son muy largos, pero es porque están expuestos a muchas sorpresas, a flipar todo el rato. Y los adultos, a medida que crecemos, nuestros días son más cortos o tenemos esa sensación, porque hacemos la misma rutina y eso hace que el cerebro piense que el día es muy corto y que pasa el tiempo muy rápido. En realidad, para los niños los tiempos son mucho más largos. Y la magia te ayuda a eso, a estirar un poco tu día también, a que si tú flipas en la vida, pues de alguna forma rejuveneces. Tienes esa sensación de los niños de que los días son más largos y que vives más intensamente la vida. Entonces eso a nivel científico, ahora los neurocientíficos están estudiando los procedimientos de magia, porque producen en el cerebro esas emociones y esas sensaciones que son muy particulares. O sea, que la gente que venga a ver “Flipar”, al salir han rejuvenecido  dos o tres años. Y no de edad, pero sí de sensación. Y eso es muy sano.

Despertar el niño que todos llevamos dentro…

Desde luego, para un ilusionista, sin duda, es fundamental porque tenemos que indagar en nuevas ideas, estar siempre pensando en cómo sorprender al público. El público espera que le sorprendas con algo que nunca antes ha visto. Por supuesto, lo peor que tiene un juego de magia es que sepas o intuyas cómo va a terminar. Entonces, tienes que continuamente dar vueltas, giros de guion, estar trabajando mucho en generar un nuevo camino que sorprenda a un público que cada vez es más avanzado porque la gente tiene Internet, tiene posibilidad de buscar los trucos, tiene posibilidad de investigar y aun así la magia sigue sorprendiendo.

Tu nuevo espectáculo “Flipar”, te ha llevado dos años prepararlo.

Sí, sí, dos años y un buen equipo detrás, porque aparte del equipo que colabora desde hace años, hay otros magos de otros países que me han ayudado a desarrollar ideas, a construir esas magias. O sea, que lleva un proceso sobre todo porque hay mucha ilusión original. Hay muchas magias que son originales que no se han hecho antes y eso es un extra de dificultad porque no es repetir algo que han hecho otros o de otro país, sino es crear algo de cero.

Haces también “magia tecnológica”. ¿De que se trata?

Sí, hay varios números que usamos tecnología. Hay un número muy chulo con los teléfonos móviles de todos los espectadores que es muy impactante y la gente se va muy sorprendida.

Me han contado que haces desaparecer a varios espectadores.

Sí, cada día dos espectadores se hacen invisibles. Y la familia, claro, alucina, todo el mundo se queda alucinado. Hay que venir y verlo y levantar la mano porque nadie sabe quién va a ser esta noche, por ejemplo.

Tenemos mucha curiosidad por ver estos nuevos números que nos traes.

Sí, es lo mejor, el público que venga a flipar va a ver toda la nueva propuesta que hemos preparado y que es un poco mi visión de cómo es la magia en el siglo XXI, que es muy interactiva, la gente participa desde la butaca, hay números que hago en el público, hay otros que suben al escenario los que quieren y participan. Entonces, el que no quiere participar está tranquilo en la butaca, nadie le molesta, o sea, que los tímidos también pueden venir, pero sobre todo que es un espectáculo muy dinámico, que siempre están pasando cosas y que, tanto a los niños como a los adultos, a todas las edades, les proponemos algo interesante. La gente erróneamente cree que la magia es para niños y no es verdad. La magia la pensamos para la mente del adulto.

Hacer magia para niños debe ser más fácil…

Nooo! para nosotros es lo más difícil porque un niño es imprevisible, no sabes lo que va a hacer, mira donde no debe, te interrumpe, entonces hay un número por ejemplo que saco a niños y es para mí lo más difícil porque estoy alerta, estoy pendiente y sé que me la pueden liar en cualquier momento. (ríe)

 

Los niños te encantan…

Bueno, sí, porque tienen la inocencia y claro, pues es muy bonito ver a un niño que se asombra, que ayer una niña que estaba aquí puso una cara, esa cara que te la grabas en la mente y dices, ¡Jo, qué pasada!, todo lo que trabajamos vale la pena por ver a esa niña.

Estás considerado uno de los mejores magos del mundo y has recibido este 2024 un Oscar.

Es un premio que da la Academia de las Artes Mágicas de Hollywood, lo hace cada año. Es una institución que lleva más de 50 años haciendo esto y hace una gala en Los Ángeles donde entregan premios a distintas disciplinas de la magia. Y a mí me dieron el premio este año al mejor mago de escena. O sea, el mago que realiza en un escenario su magia. Y es la primera vez que se lo dan a un mago fuera de Estados Unidos. Porque es verdad que la magia de escena está muy en boga en Estados Unidos. En España somos más de magia de cerca o de la tendencia de Tamariz, de las cartas. Y entonces es la primera vez que se lo dan a un mago de fuera, a un mago de España. Así que estoy muy feliz y abre un camino, además, a seguir trabajando y a inventarme muchas otras cosas.

Con diecinueve años ganaste la Varita de Oro.

Sí, fue el primer premio importante que recibí. Bueno, hubo otro. A los 15 años me dieron un premio nacional. Un premio en un Congreso aquí en España que era de prestidigitación, que es la magia que se hace con las manos. Esto fue en el año 95. En el Congreso Nacional. Y luego es verdad que el primer premio europeo así importante fue el de la Varita de Oro, que yo tenía 19 años. Fue el año 99 y me invitaron a Montecarlo a participar en un concurso y yo pensé que eso sería una experiencia y ya está. Y de pronto me dieron la Varita de Oro, que era el premio máximo, el príncipe Rainiero con muchos otros magos de Europa que había allí compitiendo. Y sí, sí, fue mi primer hito así a nivel internacional y me abrió la puerta a viajar a muchos países. A tener muchos contratos fuera de España.

No has parado…

Sí, sí, pero vamos, el premio mayor no es tanto los premios sino que el teatro se llene cada día, que venga la gente a vernos y eso es lo más importante, porque al final lo que hacemos es para que haya un público feliz y que lo disfruten.

¿Contaste con el apoyo de tus padres en tus inicios?

Claro, mira, mi madre ha sido… Ya están jubilados los dos, pero mi madre era asistente social. Su profesión era ayudar a la gente. Y mi padre era más racional, escéptico, ingeniero aeronáutico. Entonces, imagínate, dos mundos. Mi madre estudiaba teatro, mi abuela era pianista y yo he vivido desde niño siempre la música en casa, porque mi abuela tocaba mucho el piano. Yo empecé a estudiar piano también, me gustaba. Pero sí, mi madre, cuando vio que me gustaba la magia, algo artístico, se desvivía, viajaba conmigo… Yo tenía 13, 14 años, ella me llevaba a los congresos de magia, me acompañaba un fin de semana entero. Incluso se cogía vacaciones para ir a Alemania a llevarme a un congreso que había muy bueno. Y se gastaban sus ahorros y no tenían especialmente unos grandes sueldos. O sea, que realmente era un esfuerzo muy grande para ellos. Y la verdad es que sí, que me apoyaron mucho desde el inicio y gracias a ellos yo pude desarrollarme.

Háblanos de tu encuentro con el gran Copperfield.

Sí, mira, hace seis, siete años me llamó por teléfono un día. “Hola, soy David Copperfield”. “no puede ser” me dije. “mira, he visto un truco tuyo y quiero comprarte los derechos para hacer esta magia en Las Vegas”. Entonces me puse a hablar con él, hicimos un contrato, me fui a Las Vegas y le vendí los derechos de una de mis magias de un show anterior que, además, traje aquí en el 2017. La última vez que vine hacía ese truco en el show. Era una tele-transportación usando las redes sociales. Una persona del público elegía a un amigo de su red social y había una caja en el escenario que empezaba a volar, caía y entonces aparecía en el teatro el amigo que había elegido en las redes. Y eso le sorprendió mucho a él. Dijo que le interesaba muchísimo. Y efectivamente me compró los derechos y él lo ha hecho ahora en Estados Unidos en su show. Tiene los derechos para hacerlo en exclusiva allí y yo lo puedo hacer en el resto del mundo. Y hemos generado una muy buena amistad desde entonces.

Qué lindo. ¿Y quiénes son tus referentes?

Bueno, pues Tamariz y Copperfield, sin duda. Tamariz por la cercanía y porque ha sido siempre mi maestro. Y Copperfield por los grandes espectáculos, por la forma de hacerlo tan espectacular todo. Y porque es un gran mago.

Claro. Y a Tamariz, antes de conocerlo personalmente, ya le comprabas sus fascículos de Magia.

Eso es. Yo coleccionaba fascículos de los quioscos, que es una cosa que ahora ya los niños no saben lo que es. Fueron mis inicios y gracias a eso aprendí un montón de cosas. Luego ya tuve la suerte de ir a su escuela, aprendí directamente de él y han pasado muchos años y la verdad es que tengo la suerte de haberme encontrado con mi maestro, de haber viajado por todo el mundo con él, de haber actuado en muchos países, en programas de televisión. O sea, que he tenido la suerte de que las personas que he idolatrado como Copperfield, como Tamariz, poder estar de cerca con ellos y aprender de ellos.

Me puedo imaginar lo que significa que uno de esos grandes maestros te llame para pedirte que tú le enseñes un truco.

Sí, sí, sí. Una pasada, una pasada, porque me encontraba con David Copperfield hablando de magia, explicándole cómo hacía ese truco y él me preguntaba mil cosas y la verdad es que eran increíbles esas conversaciones.

La verdadera magia está en la mirada del espectador…

Sí, de hecho, el espectáculo comienza con un vídeo en donde aparecen distintas reacciones y se ve que hay muchos tipos diferentes. Hay quien se lleva las manos a la cabeza, otros se ríen, otros se enfadan porque es de los escépticos, quizás. Hay otros que se asustan, que se ponen a llorar. O sea, depende de cada uno hay un montón de reacciones. El otro día hice magia para Gemma Nierga en su programa y me dijo que se le saltaban las lágrimas, que quería llorar de emoción. Y fíjate que son distintas reacciones ante la misma cosa.

Creaste una Fundación para llevar la magia a los niños hospitalizados.

Se llama Abracadabra. Yo soy patrono de la Fundación y vamos a cumplir 20 años el año que viene. Llevamos 20 años llevando magia a hospitales de diferentes lugares. En Barcelona van los magos al Hospital del Vall d’Hebron varias veces al mes. Y hacen magia en oncología, en las habitaciones, lo hacemos por todas las ciudades. Y fíjate, empezamos 4 o 5 amigos y ahora la fundación ya hay más de 150 magos de forma altruista en su tiempo libre y regalan magia con toda la ilusión. Además, algunos tienen profesiones diversas. Hay médicos, hay pilotos de avión, hay abogados, hay gente que luego tiene en su rato libre la pasión por la magia y luego hay magos profesionales también en la Fundación. Y entonces vamos de forma altruista a los hospitales. Yo iré ahora a mediados de mes al Vall d’Hebron a visitar a los niños y es muy especial porque ahí te encuentras en una habitación con una familia que lo está pasando mal y les haces magia y ves cómo se transforma la habitación. Ves cómo cambia su cara, no sólo la del paciente, sino de la familia que a veces es más importante porque lleva mucho tiempo, mucho dolor y mira, con la magia podemos transformar un poquito esa realidad también.

Magos que no se dedican profesionalmente pero que tienen la misma pasión.

Total, nos ha pasado en Abracadabra que niños a los que yo por ejemplo he visitado en Valencia… me pasó con un niño, José Monfort, que no lo voy a olvidar porque estaba en oncología y estaba muy malito y tenía 6 o 7 años y estaba fatal. Y al cabo de 2 o 3 años me lo encontré y él ahora ha aprendido magia y ese niño se curó de una enfermedad muy grave y ahora él va a hacer visitas a otros niños y hace magia para ellos. Imagínate qué ciclo se cierra ahí. Una maravilla. O sea que sí, a lo largo de estos 20 años hay historias increíbles.

La Magia es sanadora.

Sí, sí. Nos hemos dado cuenta que es terapéutica. Por ejemplo, en casos como el cáncer, que el estado de ánimo es muy importante, cuando a un niño le enseñas un juego y ahora entra su familia y él les hace esa magia. Ese niño, su autoestima, su estado de ánimo, esa mejora es muy importante. Y luego hay temas de psicomotricidad, de mover los dedos, de ensayar algo con una goma elástica o con una moneda. A nivel psicomotricidad también puedes desarrollar muchas habilidades y de comunicación y de autoestima también. A mí me ayudó la magia porque yo era un niño muy tímido. En clase me costaba salir a la pizarra, me daba siempre vergüenza. Y la magia, el aprender magia, el poder hacer magia… Eso me ayudó muchísimo. Te cargas de un poder, también de transmitir alegría y eso, vamos, cuando hay niños enfermos y tal, desde luego les ayuda muchísimo.

Entrevista a Jorge Blass. Acelobert Desembre 2024

Y si algún lector quiere dedicarse a la magia, ¿Qué le recomendarías?

Bueno, pues hay muchas formas ahora, puedes aprender en YouTube, puedes aprender en… Pero yo soy más de los libros, yo soy más de encontrar una buena tienda de magia, aquí en Barcelona está “El Rey de la Magia”, que es una maravilla, o “Magicus”, y ahí seguro que hay un mago, en ambas tiendas, que te recomiendan un libro para empezar, lo lees, lo disfrutas… El papel es importante, el leer. Porque mira, cuando tú ves algo en YouTube o en un vídeo, imitas lo que ves, y es una pena, porque todos los magos que aprenden en YouTube, yo los reconozco, son todos iguales. Pero en cambio, los que han leído un libro y aprenden con libros… Hay una bibliografía tan grande de la magia!. Crean su propio estilo, porque tú lees un juego y ahora tú lo imaginas como a ti te gustaría y lo haces, de una forma muy personal. Entonces es importante. La magia es de las artes que hay que aprender leyendo y compartiendo con otros magos.

¿Qué atributos hay que tener para ser un buen mago?

Bueno, pues lo primero, que te apasione, que te guste muchísimo. Esa es la primera condición. No hace falta habilidad, de verdad, para algunas disciplinas sí, pero la magia en general es más ensayo, es más dedicación de tiempo. Y sí que hace falta aprender algo de comunicación, poder conectar con el público, con los espectadores si quieres ya presentarte en un sitio más profesional. Pero en general, la pasión. Hay mucha gente que tiene la magia como afición y que no lo hace profesionalmente, pero que hace sus juegos en las comidas familiares y tal. Y oye, para eso no hace falta ninguna condición, de verdad. Solamente que te guste, que le dediques tiempo y la magia sale.

Y cariño hacia los demás…

Y sí, es un acto de amor. Es compartir un talento y que la gente disfrute.

La agilidad con las manos y la agilidad mental van unidas…

Claro, tenemos que combinar ambas, que la técnica sea impecable, que el público no se dé cuenta. La magia, a diferencia de otras artes, oculta la técnica.  La técnica es muy difícil, dedicamos muchos años y nunca se ve. Y en cambio, también la habilidad mental, la agilidad mental de jugar con la atención, con la memoria del público. Fijaos que hacemos desaparecer cosas de la memoria que han sucedido, y otras que no han ocurrido, implantamos esos recuerdos. Somos un poco manipuladores de mentes, porque tenemos que haceros vivir cosas que no están sucediendo. Y es muy interesante el trabajo psicológico que hay detrás de la magia, porque la mente humana tiene muchos fallos, muchos resquicios. Y ahí está la agilidad del mago para aprovecharse de esos momentos y desviar la atención, hacer que recordéis algo que no ha pasado o jugar con la percepción, con la memoria. La verdad es que es muy interesante.

Me quedo a ver la obra, pero por favor, no me desaparezcas!

 Muchas gracias por este tiempo que nos has dedicado. ¡Te deseamos todos los éxitos!

Antonia Utrera