La gente mayor no deja de estudiar

 

Estudiar no tiene nada que ver con la edad y esto es el que demuestran las aulas de Extensión Universitaria para la Gente mayor desde hace quince años. Espacios donde todas aquellas personas que incluiríamos en el grupo de jubilados pueden ampliar sus conocimientos, porque la actividad mental -junto con la física- es fundamental para mantener un buen estado de salud una vez se ha llegado a la tercera edad.

Con este objetivo las principales universidades de toda Cataluña (UB, UAB, UPC, UPF, URL, UDG, UDL y UVIC) se encargan de tutelar este tipo de asociaciones que se extienden en todo el territorio para ofrecer una formación universitaria pensada propiamente para las personas mayores, garantizando unos servicios desarrollados en un entorno próximo y a la vez accesible para este colectivo.

Un ejemplo de esto es la Universitat Autònoma de Barcelona que actualmente tutela 15 aulas de este estilo que se reparten por diferentes barrios de Barcelona (Baix Guinardó, Horta, Montbau y Nou Barris). El Eixample, Sant Andreu o Las Corts son otros distritos donde alguna de las asociaciones ofrece esta formación. Pero las aulas de Extensión Universitaria para la Gente mayor no se limitan en Barcelona, también se pueden encontrar en otras ciudades como Sant Cugat, Sabadell, Ripoll o Granollers.

La Casa de Convalecencia del Hospital de Sant Pau, a tocar entre los barrios del Guinardó, Camp del arpa y la Sagrada Familia, es una de estas asociaciones que ofrece un amplio abanico de cursos dirigido específicamente a las personas mayores, bajo el asesoramiento del Instituto de Ciencias de la Educación de la Universitat Autònoma de Barcelona y la colaboració de la Asociación de las Aulas de Extensión Universitaria para el tiempo libre.

De lunes a viernes la Casa de Convalecencia del Hospital de Sant Pau se llena de estudiantes, que no necesariamente de jóvenes, que quieren ampliar sus conocimientos en cualquier tipo de materia. Allí se ofrecen asignaturas relacionadas con las ciencias sociales, las humanidades o las ciencias puras.

Benvinguts al país de la química’, ‘Gargots, mal gust i estridència. És possible entendre l’art contemporani?’ o ‘Les emocions: una perspectiva filosòfica’ son sólo una pequeña cata de todo el volumen de cursos que se imparten (más de una cincuentena). Si bien las exigencias y los horarios son diferentes, lo que mueve a estas personas a estudiar alguna de estas materias es mucho más puro: el interés y el goce que esto les provoca. De hecho, es habitual que de vez en cuando los otros universitarios, los más jóvenes, consideren sus estudios más una obligación que un disfrute, pero a veces no está de más poder estudiar sólo por el placer de aprender.

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